domingo, 13 de abril de 2014

La muerte lenta de Luciana B - frag-

Pero no dijo ni una palabra y sentí que de a poco se iba abandonando al movimiento de mis dedos. Una ola de calor me subía por las manos desde sus hombros. Sentía que su cuello y todo en ella cedía y se disolvía bajo la presión de mis dedos. Creo que ella también sintió de pronto el peligro y la incomodidad de haberse abandonado por un instante. Se recompuso en su silla, se echó hacia atrás el pelo con las dos manos, me agradeció como si de verdad la hubiera aliviado y me dijo que se sentía mucho mejor. Tenía la cara arrebatada y los dos fingimos que aquello había sido algo intrascendente que no merecía ningún comentario.


Guillermo Mar
tínez